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Cómo Derribar una Puerta

Primero, aclaremos algo: derribar una puerta no es la mejor opción para abrir una puerta cerrada con llave. Va a dañar la puerta y te costará mucho dinero arreglarla. Es mejor llamar a un cerrajero, forzar la cerradura o intentar entrar por una ventana.

Pero digamos que es una emergencia. Estás en una casa en llamas y necesitas escapar, y la puerta está ardiendo. O tus seres queridos están en una casa en llamas y tú estás afuera, encerrado. No puedes quedarte ahí jugando con la cerradura; ¡tienes que derribarla! O tal vez un ser querido tiene una emergencia médica y está encerrado en una habitación o en su casa. ¿Qué hacer? ¡Sé un hombre, maldita sea! ¡Derriba esa puerta! Sabes que siempre has querido hacerlo.

Cómo derribar una puerta Si has visto suficientes películas, tu siguiente movimiento es obvio… correr hacia la puerta con el hombro primero, ¿cierto? Incorrecto. Esta técnica puede parecer muy masculina, pero probablemente te disloques el hombro. Es mejor usar una patada más fuerte y bien colocada.

Revisa hacia qué lado se abre la puerta mirando las bisagras. Si la puerta se abre hacia ti, derribarla será casi imposible. Derribar una puerta es más efectivo cuando se abre hacia afuera.

Patea al lado donde está montada la cerradura (cerca del ojo de la cerradura). Esta es, generalmente, la parte más débil de la puerta.

Usa una patada frontal y empuja con el talón del pie contra la puerta. Dale impulso hacia adelante a la patada y mantén el equilibrio empujando el talón del pie de apoyo contra el suelo. No patees directamente la cerradura; podrías romperte el pie.

La madera debería empezar a astillarse. Hoy en día, la mayoría de las puertas están hechas de madera blanda y son huecas. Deberían ceder con bastante facilidad, especialmente porque el pestillo de la cerradura generalmente se extiende solo una pulgada o menos en el marco de la puerta. Las puertas antiguas, completamente sólidas, serán más resistentes. Solo sigue pateando hasta que la puerta ceda y puedas salvar el día.

Evita las patadas en salto. Aunque puedas sentirte tentado a usar este movimiento varonil, saltar disminuye tu estabilidad y te hace perder fuerza.

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