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in: La Vida Varonil

Lecciones de Masculinidad: Sir Richard Francis Burton

Nota del editor: Esta es una publicación de invitado por Chris Hutcheson.

La Era Victoriana (c.1837-1901) fue un período de gran prosperidad para Gran Bretaña. Con el Imperio Británico en su apogeo, los exploradores británicos se extendían por todo el mundo en un intento de adquirir conocimiento de tierras lejanas y traer gloria a sí mismos y al imperio. En una era que dio a luz a algunos de los gigantes de la exploración, incluidos el Dr. David Livingstone y Henry Stanley de la famosa frase “Dr. Livingstone, supongo”, no había que buscar mucho para encontrarse con verdadera masculinidad. Un excelente ejemplo de tal masculinidad es Sir Richard Francis Burton (1821-1890), cuyas propias hazañas han asegurado su lugar en la historia como un legendario explorador y hombre del Renacimiento. A continuación, examinaremos algunas de las características e ideales que ayudaron a convertir a Sir Richard Burton en un hombre entre niños, y exploraremos algunos de los principios rectores que él mismo plasmó en sus escritos.

  1. Sé un hombre completo. Aunque la historia lo recuerda como diplomático, soldado y explorador, Sir Richard Burton también fue muy respetado por sus muchos otros talentos. Un maestro lingüista, Burton hablaba más de 25 idiomas y dialectos regionales diferentes, y era hábil con la pluma, escribiendo fina poesía además de detallar todas sus aventuras para que las generaciones posteriores las envidiaran. También era conocido por sus habilidades en la esgrima y se dice que estudió hipnotismo en su tiempo libre.
  2. Un verdadero hombre es un hombre seguro de sí mismo. Una de las mayores hazañas de Burton fue su peregrinación secreta a La Meca, siendo uno de los primeros hombres blancos en hacerlo. Para llevar a cabo esta audaz tarea, utilizó su habilidad lingüística y conocimiento del Islam, adquirido durante su tiempo entre árabes en el ejército. También tuvo que cambiar su apariencia, disfrazándose con ropas árabes y adoptando las costumbres comunes a las personas con las que viajaba. Ser detectado como intruso durante este viaje habría significado la muerte segura para Burton, quien más tarde escribió que “nada podría salvar a un europeo detectado por la multitud, o a alguien que después de la peregrinación se declarara incrédulo”. Un hombre debe tener mucha confianza en sí mismo para disfrazarse y viajar en una cultura extranjera sabiendo que si lo descubrieran, seguramente perdería la vida.
  3. Todo hombre debería tener un código personal. Este sentimiento atemporal se expresa mejor en las propias palabras de Burton, tomadas de The Kasîdah of Hâjî Abdû El-Yezdî, una colección de poemas escrita por Burton y publicada por primera vez en 1870:

“Hacer lo que tu hombría te ordene,

De nadie más que de ti mismo esperes aplausos;

El más noble vive y el más noble muere

Quien hace y sigue sus propias leyes.”

  1. No te rindas ante la debilidad. Mientras se dirigía a Harar, una ciudad prohibida en la actual Etiopía que ningún europeo había visitado, Burton cayó gravemente enfermo. En su relato del viaje en First Footsteps in East Africa, cuenta cómo se encontró en medio de una tierra desconocida, sentado bajo un árbol, contemplando su propia muerte frente a la enfermedad:

“Incluso los cristianos Galla, que acudían en masa a ver al extranjero, lloraban por la mala suerte que lo había traído tan lejos de su tierra natal, para morir bajo un árbol. Nada, de hecho, hubiera sido más fácil que esa operación: todo lo que se requería era volver el rostro hacia la pared, durante cuatro o cinco días. ¡Pero morir de un cólico innoble! La cosa no debía ni pensarse, y una firme resolución de seguir vivo, a veces, me parece, logra su objetivo.”

  1. No dejes que tus problemas te abrumen. Esto es quizás un eufemismo cuando consideras el problema del que surge esta lección. Mientras intentaba llegar a Harar por segunda vez, el campamento de Burton fue atacado por una banda de asaltantes somalíes. Escribe su recuerdo del evento en First Footsteps in East Africa:

“El enemigo se apiñaba como avispas con gritos y alaridos para aterrorizarnos, demostrando que las probabilidades abrumadoras estaban en nuestra contra: no era fácil evitar en las sombras de la noche las estocadas de jabalinas, los largos y pesados dagas lanzadas a nuestras piernas por debajo y a través de las aberturas de la tienda… Los revólveres fueron usados por mi compañero con mortífero efecto: lamentablemente sólo había un par…”

En la confusión de la batalla, Burton se vuelve para golpear a un hombre que se le acercaba, su colega. Justo antes de derribarlo, lo reconoce, y en el momento de vacilación que siguió, fue atravesado en la cara por uno de los asaltantes somalíes. Recuerda lo siguiente:

“Me volví para cortarlo (a su colega): gritó alarmado; la voz bien conocida causó una vacilación instantánea: en ese momento, un lancero dio un paso adelante, dejó su jabalina en mi boca y se retiró antes de que pudiera ser castigado.”

Ahora bien, una lanza en la cara sería más que suficiente para derribar a la mayoría de los hombres, pero no a Richard Burton. Con la lanza todavía en el lugar donde su dueño la había dejado, habiendo perdido cuatro dientes y atravesado completamente ambas mejillas, “transfixiando su paladar”, Burton logró escapar y luego vagó por la playa durante la noche hasta la mañana antes de encontrar ayuda, lo que nos lleva a nuestra siguiente lección.

  1. Trata a los demás como te gustaría ser tratado. El barco con el que Burton se topó estaba tripulado por hombres a quienes Burton previamente había mostrado gran hospitalidad, y lo recibieron y curaron sus heridas. La lanza le dejó una cicatriz que llevó hasta el final de sus días.
  2. Busca la aventura. Consejo perfectamente comunicado por el propio Burton cuando escribe en su diario durante un viaje a Zanzíbar en 1856:

“De los momentos más felices en la vida humana, me parece, es la partida hacia un viaje distante a tierras desconocidas. Sacudiéndose de un solo golpe las cadenas de la rutina, el peso de plomo de la costumbre, el manto de muchas preocupaciones y la esclavitud del hogar, el hombre se siente nuevamente feliz. La sangre fluye con la rápida circulación de la infancia… amanece nuevamente la mañana de la vida…”

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