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in: La Vida Varonil

• Last updated: July 11, 2024

El código bushido: las ocho virtudes del Samurái

Nota del editor: Esta es una publicación del Invitado Tim Clark. Sus publicaciones se pueden encontrar en el blog Soul Shelter con el novelista Mark Cunningham. Asegúrate de leer el segundo libro de Tim Clark, The Swordless Samurai.

“Entonces niño, deseas servirme?” Dijo la silueta contrastando contra el cielo azul oscuro. El samurái en su caballo tenía un casco con cuernos y su figura se imponía sobre mí como un demonio mientras yo me arrodillaba en la tierra frente a el. No podía ver su rostro, pero no podía evitar notar la autoridad en su tono de voz gruñón,  pero tampoco la más mínima señal que estuviera bromeando. Traté de hablar pero solo pude articular un graznido. Mi boca estaba seca, tan seca como la de un hombre muriendo de sed, pero debía responder. Mi destino y –a pesar que no lo sabía, el destino de todo Japón dependían de mi respuesta. Levanté mi cabeza lo suficiente para dar un vistazo a la figura demoniaca, y lo vi mirándome, como un halcón a punto de capturar un ratón entre sus garras. Cuando por fin pude hablar, mi voz fue clara y constante., sacando coraje en cada sílaba. “Eso es correcto, Lord Nobunaga,” dije. “Si lo deseo.”  Eran épocas de oscuridad y masacre: La era de las guerras, cuando la tierra se veía partida por matanzas y la única ley que existía era la de la espada. Un campesino vagaba por el campo en soledad, en busca de su fortuna, sin una moneda en el bolsillo. Deseaba convertirse en un hombre refinado, en un samurái; pero nada sobre sus 1.50 metros de estatura y 50 kilogramos de peso podía predecir el asombroso destino que le esperaba. Su nombre era Hideyoshi, y en aquella fatídica tarde de primavera en el año 1553, el temerario jefe militar Nobunaga lo había contratado para sostener sus sandalias y mantenerlas cálidas. Guíado por un deseo ferviente de trascender más allá de sus raíces como  portador de sandalias, Hideyoshi se convirtió en el leal protegido de Nobunaga y en su mano derecha. Al final, se convirtió en el supremo gobernante de todo Japón y el primer campesino que alguna vez alcanzara la cima de la pirámide social, uniendo una nación destrozada por más de 100 años de guerra civil. La historia de Hideyoshi ha inspirado incontables novelas, obras películas e incluso videojuegos por más de 4 siglos. Nació como el debilucho hijo de un granjero en una época en la que las únicas maneras para que alguien del común escapara de su vida esclavizante, superó la pobreza para gobernar una nación poderosa y comandar cientos de miles de guerreros samurái.

Por muchas generaciones, Hideyoshi fue el héroe desvalido, símbolo de la posibilidad de reinventarse como hombre y superarse al mejor estilo de Horacio Alter, de los harapos a la riqueza.

A Hideyoshi lo motivaba el deseo ferviente de ser un samurái exitoso, pero difería de sus compañeros en la forma de sobreponerse ante las adversidades de manera pacífica, por medio de forjar alianzas y negociaciones en lugar de usar la fuerza bruta. Al carecer de fuerza física y habilidades de combate, naturalmente Hideyoshi escogió la astucia por encima de las armas, la estrategia por encima de la espada. Un Samurái fuera de lo común, o lo era?

Una breve historia de los Samurái

La palabra samurái originalmente significaba “Aquel que sirve”, y hacía referencia a los hombres de noble nacimiento asignados para cuidar miembros de la corte imperial. Esta ética servil dio lugar a las raíces de la  nobleza del samurái, tanto social como espiritual. A medida que avanzó el tiempo, la nobleza tuvo problemas manteniendo el control centralizado de la nación, y empezó a “importar” unidades militares, administrativas y de colecta de impuestos a antiguos rivales que actuaban como gobernadores regionales. A medida que la Corte Imperial se debilitaba, los gobernadores locales se hacían más poderosos. Eventualmente algunos se convirtieron en daimyo, o señores feudales quienes gobernaban territorios específicos independientemente de los gobiernos centrales. En 1185 Minamoto no Yoritomo, un jefe militar de las provincias del Este, cuyo linaje databa hasta la familia imperial, estableció el primer gobierno militarizado, haciendo que Japón entrara en su periodo feudal (1185-1867). El país fue gobernado por militares por un periodo case de 700 años. Pero la estabilidad inicial que Minamoto consiguió fallo en traer paz duradera. Otros regímenes iban y venían, y en 1467 el gobierno nacional militar colapso, sumiendo a Japón en el caos. Fue allí donde empezó la infame era de las guerras, un siglo sangriento de disputas entre los jefes militares locales, quienes buscaban proteger sus dominios y conquistar los de sus rivales. En el momento en el que Japón se hundió en la turbulenta era de las guerras, el término samurái significaba oficial del gobierno armado, oficial para el mantenimiento de la paz y soldado profesional: En pocas palabras, cualquiera que cargara una espada y fuera capaz de usar la fuerza mortal. Los peores guerreros medievales japoneses eran un poco mejores que malandrines de la calle; los mejores eran fieles a sus maestros y leales al código del comportamiento caballeroso denominado Bushido (usualmente traducido como “Preceptos del caballero” o “El camino del guerrero”). Virtuosos o villanos, los samurái emergieron como figuras centrales coloridas de la historia japonesa: Un arquetipo romántico parecido a los caballeros medievales de Europa o a los vaqueros del lejano Oeste. Pero el samurái cambió drásticamente después que Hideyoshi trajera la paz a Japón. Con la sociedad civil en paz, su rol como luchadores profesionales desapareció y se volvieron menos preocupados por el entrenamiento marcial y viraron su atención hacia el desarrollo espiritual y enseñanza de las artes. En el año 1867, cuando el porte público de armas fue considerado fuera de la ley y la clase social de los guerreros fue abolida, ya habían evolucionado en lo que Hideyoshi quiso hacía trescientos años atrás: Samuráis sin espada.

El código Bushido

Tan solo unas décadas después de la abolición de la clase guerrera en Japón, el presidente de los Estados Unidos Teddy Roosevelt habló de un libro recién publicado titulado “Bushido: El alma de Japón”. Compró cinco docenas de copias para su familia y amigos. En el pequeño libro, que se convertiría en un bestseller internacional, el autor Nitobe Inazo interpreta el código samurái de comportamiento y como debe actuar el hombre caballeroso en su vida profesional y personal

Nitobe Inazo

Si bien algunos intelectuales han criticado el trabajo de Nitobe como romántico anhelo de una inexistente edad de la caballerosidad; no cabe duda que su trabajo se basa en preceptos extraordinariamente antiguos de masculinidad que originaron los comportamientos de cortesía y caballerosidad en la mayoría de los Samurái. Lo que los lectores de hoy pueden encontrar más interesante del Bushido es su énfasis en la compasión, benevolencia y en otras cualidades no marciales de la verdadera masculinidad. Aquí están las ocho virtudes del Bushido explicadas por Nitobe:

1. Rectitud o justicia

Bushido hace referencia no solo a la rectitud marcial, sino a la personal: Rectitud o Justicia, es la virtud más fuerte del Bushido. Un samurái verdadero lo define así: “La rectitud es el poder de decidir sobre una conducta en concordancia con la razón, sin vacilar; morir cuando la muerte es correcta, atacar cuando atacar es correcto”. Otro la define en otros términos: “La rectitud es el hueso que da firmeza y estabilidad. Sin huesos, la cabeza no puede reposar sobre la columna, ni las manos o pies moverse. Entonces, sin rectitud no puede haber talento ni aprendizaje que convierta al hombre en samurái”.

2. Coraje

El Bushido hace la distinción entre valentía y coraje: El coraje puede ser contado como una virtud solo si se ejercita en favor de la rectitud o la justicia. En sus obras, Confucio decía: “Percibir lo que es correcto y hacerlo no necesariamente es falta de coraje” en resumidas cuentas “Coraje es hacer lo que es correcto”.

3. Benevolencia o misericordia

Un hombre que posee el poder de comandar y el poder de matar deberá poder demostrar de igual manera el poder de benevolencia y misericordia: Amor, magnanimidad, afección por los demás, simpatía y lástima, son todos rasgos de benevolencia, el atributo más alto del alma humana.  Tanto Confucio como Mencio decían a menudo que el principal requerimiento de un gobernante es la benevolencia.

4. Educación ó cortesía

Para los turistas en Japón es difícil discernir entre el servilismo y la cortesía, pero para un verdadero hombre, la cortesía está en las raíces de la benevolencia: La Cortesía y los buenos modales son objeto de admiración de los turistas  como un rasgo japonés distintivo. Pero la cortesía debe ser la expresión de una genuina consideración de los sentimientos del oro; es una pobre virtud si se ve motivada solamente por el miedo a ofender el buen gusto. En su más alta forma, la educación se aproxima al amor.

5. Honestidad y sinceridad

El verdadero samurái  según el autor Nitobe, despreciaba el dinero, y creía que “el hombre debe odiar al dinero,  pues la riqueza dificulta la sabiduría.” Los hijos de los samurái de alto rango eran criados creyendo que hablar de dinero era de mal gusto, y que la ignorancia del valor de diferentes monedas era un símbolo de la buena crianza: Bushido fomentaba el ahorro, no para razones económicas, pero para el ejercicio de abstinencia. El lujo era la peor amenaza para la humanidad y la simplicidad severa era requerida para la clase guerrera… La máquina de contabilidad y el ábaco eran aborrecidos.

6. Honor

Si bien el Bushido habla de la profesión de un soldado, también trata de temas de comportamiento no marcial: El sentido de honor, la vivida conciencia de la dignidad personal y el valor, caracterizaba al samurái. El samurái nacía y era criado valorando las labores y privilegios de su profesión. El miedo a la desgracia colgaba como una espada sobre la cabeza del samurái… Ser ofendido ante la provocación más mínima era ridiculizado y denominado “mal genio”, como reza el popular adagio: La verdadera paciencia es soportar lo insoportable.

7. Lealtad

La realidad económica ha afectado la lealtad organizacional mundialmente. Sin embargo, los verdaderos hombres mantienen su lealtad hacia quienes están endeudados: La lealtad a un superior era la virtud más distintiva de la era feudal. La fidelidad personal existe entre toda clase de hombres: Una banda de ladrones le juran lealtad a su lider. Pero solo en el código de honor caballeroso la lealtad asume una importancia trascendental.

8. Carácter y autocontrol

El bushido enseña que los hombres deben comportarse de acuerdo a un patrón moral absoluto, uno que trascienda la lógica. Lo es que es correcto es correcto, lo que es incorrecto, es incorrecto. La diferencia entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto son hechos, no argumentos sujetos a discusión o justificación, y un hombre debe saber diferenciarlos. Finalmente, es la obligación de un hombre enseñar a sus hijos los patrones morales a través de su propio comportamiento: El primer objetivo de la educación samurái era forjar el carácter.

Las sútiles facultades de prudencia, inteligencia y dialecto eran menos importantes. La superioridad intelectual se estimaba, pero un samurái era esencialmente un hombre que actuaba. Ningún historiador diría que Hideyoshi no era la personificación de las 8 virtudes del Bushido a lo largo de su vida. Como muchos grandes hombres, sus grandes fallas eran tan notorias como sus enormes dones. Aún así, escogiendo la compasión sobre la confrontación y la benevolencia sobre la beligerancia, demostró cualidades de masculinidad que serán invaluables a través de los tiempos. Hoy sus lecciones no pueden ser más apropiadas.

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