Así es, maldición.
Disfruta del poema.
Dianas de A.E. Housman
Despierta: el crepúsculo plateado regresa
Y llena la playa de la oscuridad,
Y la nave del amanecer ardiente
Varada en los bordes del este.
Despierta: la sombra abovedada se rompe,
Pisoteada en el suelo que cubría,
Y la tienda de la noche en jirones
Cubre la tierra de cielo pabellón.
Arriba, muchacho, arriba, ya es tarde para acostarse:
Escucha los tambores de la mañana tocar;
Atiende, los caminos vacíos claman
‘¿Quién más allá de las colinas irá?’
Ciudades y países juntos se cortejan,
Faro en los promontorios, campanarios llaman;
Nunca muchacho que caminó en cuero
Vivió para saciar su corazón con todo.
Arriba, muchacho: músculos que yacen y estorban
Sobre jergones iluminados por el sol no prosperan;
Mañanas en cama y sueños de día
No fueron hechos para el hombre vivo.
El barro yace quieto, pero la sangre es un vagabundo;
El aliento es un bien que no se conserva.
Arriba, muchacho: cuando el viaje termine
Habrá tiempo suficiente para dormir.