“Lo más esencial tanto en ‘en cielo como en la tierra’ es… Que debe haber obediencia y disciplina en la misma dirección; y por consiguiente: resultados. Esta simple ecuación ha hecho que a largo plazo, la vida sea una experiencia que valga la pena vivir.” – Friedrich Nietzche, Beyond Good and Evil
En 1989, el nativo de Wyoming Mark Jenkins se unió a tres compatriotas y cuatro rusos para ser los primeros que cruzaran Siberia en bicicleta, empezando por el pueblo portuario de Vladivostok para terminar a 7500 millas de distancia en Leningrado. Un camino tortuoso, lleno de barro, brisa, lesiones y temperaturas bajo cero que tardó 5 meses y llevó al grupo de ciclistas por cientos de villas, un pantano de 800 millas, los montes Urales y una cultura permanentemente curtida por los salvajes capataces del comunismo. El viaje hizo acreedores a los ciclistas a una página del libro Guiness de records mundiales, pero lo que realmente hizo la hazaña impresionante no fue la longitud del trayecto, sino la dificultad. Fue un viaje difícil, brutal y dolorosamente difícil.
Usualmente no nos topamos con esas palabras cuando hablamos de héroes o su éxito. Todo lo que deseamos es fácil e instantáneo. Sin un atajo para tomar, usualmente concluimos que el viaje no vale el tiempo ni el esfuerzo. Queremos todo empacado y listo para nuestro consumo: Nuestra comida, nuestros amigos e incluso nuestra fe. Nuestras vidas parecen las de turistas, queriendo experimentar cosas, pero no dispuestos a quedarnos más tiempo para experimentar las realidades que vienen con la permanencia y el compromiso. Y es que la palabra “difícil” se ha tornado en una letra escarlata, en lugar de ser una medalla de honor. Seamos francos, la idea de pasar años partiéndonos el lomo en el mismo trabajo o persiguiendo la misma meta es anticuado, suena como algo que un tonto haría.
Las historias de persistencia de hombres como Abraham Lincoln y Andre Carnegie han sido remplazadas por historias instantáneas de celebridades, que parecen sacadas de los tabloides. Fenómenos adolescentes, “estrellas” de reality shows, billonarios de internet de veintitantos años y gente cuyo éxito vino sin esfuerzo alguno son los nuevos héroes e ídolos hoy en día. Con cada nueva súper estrella de cara bonita, la idea del éxito como una formula secreta que debe ser descubierta en lugar de madurada lentamente con trabajo se cementa en nuestro cerebro.
Proclamamos a la ligera que alguien “Tiene talento innato”, mientras por dentro rogamos que podamos encontrar nuestro talento escondido para ser ricos, famosos o al menos hacernos notar. Los libros y seminarios que se agotan con mayor rapidez son los que prometen una mejor vida con pasos sencillos, los que divulgan los secretos que los ricos y famosos han conocido por años, pero que hasta ahora aparecen en tu radar.
Esta epidemia de “Lo sencillo” ha alcanzado cada una de las dimensiones de nuestra cultura, desde la salud, pasando por la educación hasta las relaciones interpersonales. La gente no quiere hacer ejercicio y comer saludablemente porque es difícil. No hay problema, según los creadores de 1000 dietas que prometen cuerpos espectaculares sin ningún esfuerzo. En cuanto a expandir nuestro conocimiento. ¿Para qué gastar tiempo leyendo libros enteros cuando hay resúmenes en “El Rincón del Vago”? ¿Qué me dicen de las relaciones amorosas? Bueno, los matrimonios pueden ser difíciles de sobrellevar, entonces los expertos te dan un pañuelo y golpes de espalda diciéndote “Mereces alguien que te adore tal como eres, no te sientas mal por terminar las cosas para buscar una persona que va a satisfacer tus necesidades de mejor manera.”
Llega un punto en el que se hace aceptable evadir aspectos de la vida por su dificultad. El éxito se ha convertido una especie de búsqueda de auto ayuda en la que todos desesperadamente intentan encontrar soluciones fáciles, que no requieran esfuerzo, soluciones mágicas a la ecuación de la vida que esperan para ser despejadas. Cortamos los bordes y lo llamamos “optimizar.” Tomamos un camino de menos resistencia y fortalecemos la cobardía, disfrazándola como “eficiencia.” Con cada “optimización” nos matamos poco a poco.
No tiene nada de malo ser inteligente en el trabajo y buscar hacer las cosas de manera simple. No existe razón alguna para hacer algo más difícil de lo que ya es. No estoy sugiriendo que volvamos a arar el campo ni subir una colina de ida y vuelta para ir al trabajo. El problema es que muchos hombres piensan que si algo es difícil, automáticamente está mal esforzarse y algo debe cambiar para hacer las cosas más sencillas de inmediato. Al hacer esto, a veces fallamos en alcanzar nuestras verdaderas metas, intercambiándolas con metas más “realistas.” Y lo más importante, le quitamos a nuestro carácter un proceso de formación esencial. Estamos perdiéndonos la verdad fundamental de la hombría: hacer cosas difíciles convierte niños en hombres fuertes y con carácter.
En la película 300, la audiencia y los críticos estaban impresionados por los cuerpos y el estado físico de los actores que participaron en la película. ¿Cómo lograron verse así? Seguramente al mejor estilo de Hollywood, ¿verdad? Pues no. Esto fue lo que Mark Twight, quien estuvo tras el régimen que convirtió a estos actores en guerreros espartanos para responder a los críticos de cine.
“Parece que todos tienen una opinión diferente sobre 300 y como los actores y dobles alcanzaron el estado físico y apariencia para la película. He leído que todo fue por computadora, con maquillaje, con esteroides anabólicos, etc. Sin embargo, nadie ha dicho ‘estos sujetos trabajaron realmente fuerte y tuvieron la disciplina para controlar lo que comían.’”
En resumidas cuentas, durante 10-12 horas al día, por 5 semanas y 4 meses estos hombres fueron sometidos a un régimen donde trapeaban el piso con ellos. Después de cada serie, no les decían “Muy bien amigo, sique así!”. En vez de eso, los llamaban perdedores y se burlaban de ellos por ser gordos. Algo muy diferente a lo que hacen los gurús de la salud hoy en día con sus palabras dulces y alentadoras. Fue brutal, no fue divertido, pero funcionó. Fue difícil, extremadamente difícil. El actor principal Gerard Butler resumió la experiencia diciendo: “Lo que Mark Twight ofreció era tan difícil que a veces quisieras no haber nacido y lo que es peor, quisieras que él no hubiera nacido.”
Absolutamente nada remplaza el trabajo fuerte. No hay atajos, no hay cinco pasos sencillos para alcanzar el éxito, no hay secretos. Esto puede ser una bendición o una maldición según la forma en que lo mires. Pero lo que hace “el camino difícil” tan importante para los hombres no es el resultado, pero el carácter que se forja a lo largo del camino.
Puede sonar trillado, pero el camino que recorremos muchas veces es más importante que nuestro destino final. Como vivimos nuestras vidas cada hora, cada día determina la clase de hombre que seremos en 10 años. Sabiendo esto, debemos construir nuestras vidas para aceptar retos difíciles que formarán nuestro carácter para hacerlo más disciplinado y perseverante. Enfrentándonos a las dificultades diariamente estamos en constante entrenamiento para mantenernos firmes ante cualquier situación que debamos afrontar en el futuro.
El camino difícil puede tener mala fama y parecer anticuado, pero produce integridad y fortaleza más significativos que cualquier ‘estrella de oro’ que ganemos en el camino. Este estilo de vida ha producido hombres que se mantienen fieles a sus ideales, a sus familias, por décadas. Hombres que se niegan a sacrificar su integridad por resultados a corto plazo o ganancias pequeñas. Hombres que al final del día se regocijan en el fruto de su labor. Hombres que terminan una maratón, en lugar de empezar un millón de carreras.
Generar entusiasmo por las cosas difíciles de la vida, nos beneficiaremos por muchos años. No solo con victorias en el camino de la vida ni con un carácter fuerte, sino también con una vida plena al final del día. Como el legendario entrenador de fútbol americano Vince Lombardi dijo alguna vez:
“Yo creo firmemente que el momento de mayor felicidad para cualquier hombre, la mayor realización puede sentir, es cuando se da cuenta que ha trabajado con todas sus fuerzas y ha puesto su corazón en pro de una buena causa y yace boca arriba en el campo de batalla.”